El modo bíblico del bautismo es por inmersión, y sólo es para aquellos que se han arrepentido, habiéndose apartado del pecado y del amor al mundo. Debe ser administrado por un ministro del evangelio propiamente autorizado, en obediencia a la Palabra de Dios y en el nombre del Señor Jesús de acuerdo con el libro de los Hechos de los Apóstoles en 2.38; 8.16; 10.48; 19.5. Así, obedeciendo y cumpliendo con el mandamiento de Jesucristo en Mt. 28.19.